jueves, 25 de octubre de 2007

Dwarfel

Érase una vez en Dwarfel, el país de los enanitos saltarines y gruñones, cuando unos cuantos enanos decidieron llegar al poder para hacer lo que ellos quisiesen. Uno de estos enanitos exclamó que la mejor manera de conseguirlo, era haciendo creer a los demás que ellos elegían realmente. Tras muchos años de lucha, la población entera de los enanitos erigió a estos enanos. Ellos fueron los padres de lo que se pasó a llamar "La Idea", un conjunto de leyes y teorías extremadamente complicadas que formaban parte del nuevo mundo enanístico. Al comienzo el pueblo se proclamó defensor de La Idea; pero al pasar las décadas los enanos se volvieron flojos, dejaron de defender a La Idea y se olvidaron completamente de ella. El pueblo se volvió analfabeto y se arrastraba por las calles cuando tenían un hueco libre en el trabajo. Sólo algunos intelectuales privilegiados y repelentes tenían acceso a las profundidades del Sarno (lugar donde se guardaban los libros relacionados con la Idea). Muchos de ellos se volvieron locos, con pensamientos radicales acerca de cambiar el mundo. Es por lo que los jefes ponderados de Dwarfel y los jefes del Sarno decidieron quemar todos los libros que allí se encontraban, incluyendo también a los enanos intelectuales. No hubo excepciones.



Así comienza una serie de capítulos que hablan de política, muerte, ignorancia, deseo y por supuesto, enanos. Pronto habrá más.

domingo, 14 de octubre de 2007

Blade Runner


La película salió un día en el que Ridley Scott fumaba mariguana en su casa, a finales de los setenta. Se acaba de leer el libro "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Philip K. Dick, otro autor que también tuvo que gastarse el sueldo de varios meses para comprarse porros. Finalmente el libro resultó ser una obra maestra, y que Ridley, en su inspiración (nunca mejor dicho), decidió usar como película.

La historia se centra en un futuro, 2019, en la figura de Harrison Ford, que por aquel entonces se ha hecho un lifting tremendo y decide cambiarse de nombre: a Rick Deckard. También cambia de trabajo, uno muy porrillero que consiste en decirles a los robots que tiene que jubilarse. Pero resulta que un grupo de ellos se resiste a que les retiren, pues no confían nada en el sistema de pensiones a jubilados (normal). Deckard tendrá que buscarlos, usando su astucia y el test del Voight Kampff y hacerles la eutanasia, ya que los robots ancianos son un peligro para la sociedad. Pero en el camino se enamorará de Rachel, una robot diseñada para no trabajar nada, por lo que no puede ser retirada. Por otro lado hay una robot saltinbanquii que parece un maniquí. Y otro robot llamado Roy, que por todos sus medios evitará que le retiren, o por lo menos no antes de que le aseguren una pensión en lo que le queda de vida. Roy tendrá que buscar a Dios, también conocido como Tyrell para que le asegure su jubilación. Dios le contesta que no puede hacer nada, ya que por ser tan perfecto (refiriéndose a Roy) no es bueno que trabaje más de cuatro años en su vida. Maravillado por su magnificencia, Roy abraza al Dios Tyrell como a un padre, tan apasionadamente, que a éste último se le salen los ojos de las órbitas y muere ( su representación carnal, se entiende).
El Blade Runner Harrison Ford, perdón Deckard, se enfrentará en una batalla final contra Roy, desvelándose aquí una de las escenas más bellas vistas en el cine.


Visualmente, una de las mejores películas de las tres últimas décadas, teniendo en cuenta los materiales con los que entonces se contaban. El ambiente recreado de la ciudad de Los Ángeles, los coches voladores, los edificios, los anuncios publicitarios, los puestos del mercadillo, los anuncios publicitarios, los ropajes de diferentes etnias y modas, los vapores del subsuelo, los salones de fiesta cutres, los mismos replicantes y los mismos blade runners... Un film imprescindible.