A trabajar

De nuevo, mientras el tiempo hila su tapiz interminable con acontecimientos de cualquier tipo, olvidando lo que deja atrás, el pasado, yo me subo a una pequeña mota de polvo, desde la que se puede sobrevolarvolar hacia atrás y ver la totalidad del inacabado abrigo, que es nuestra historia. Y yo extiendo la mano a los que se encuentran al principio del continuo hilar y devenir, que es el presente, y los subo conmigo a la motita de polvo. Desde allí trato de atisbar alguna verdad a pesar de mi propia miopía y enseñársela a mis alumnos. Sí, seguro que pocos sabréis de qué estoy hablando. Me refiero simplemente a que ya vuelvo a dar clases de historia.

Aprovecho para hablar de un profesor que no merecería en mi opinión nombrarse como tal, él está en otro nivel. El señor en cuestión es una "delicia" en el sentido que lo vería una mosca, trata a sus compañeros profesores como a los ángeles (para él somos invisibles) y para él sus alumnos son el futuro (como abono). Y ya no hablemos de su alto nivel y dominio del la lengua española, de la que utiliza hasta el más mínimo rodeo ventrilocuar para decir que el café está falto de la finura paladiana que posee la belleza sublime en su estado natural. Todo esto lo cuenta desde la máxima educación y nunca desde la no pedantería. Si a esto le añadimos su forma de vestir, zapatos impecables, gabardina larga, paraguas, corbata... nos queda un mejunge imposible de digerir. Pero lo digo desde el más profundo respeto, por supuesto.

P.D: espero tener la absoluta certeza de que él no se pasa por aquí. No quiero parecer un pelota.